Es la vista que convierte tus tareas en barras sobre una línea de tiempo, desde su fecha de inicio hasta su fecha fin. A diferencia de una lista o de un tablero, el Cronograma te muestra cuándo ocurre cada cosa y cómo se solapa con el resto. Funciona en cualquier nivel (Everything, Space, Folder o List) y permite arrastrar y soltar para mover fechas, agrupar por persona, por equipo o por lista, y filtrar por estados, etiquetas o prioridades. Los hitos aparecen como rombos y las dependencias como líneas entre barras, de modo que entiendes el orden lógico de trabajo en segundos.
Planificación visual del calendario: ver de un vistazo el mes o trimestre, ubicar entregas, hitos y fases. Con el zoom (día/semana/mes) alternas detalle y visión macro sin cambiar de pantalla.
Detección de solapamientos y cuellos de botella: si dos actividades críticas caen a la vez o una tarea dependiente empieza antes de tiempo, lo ves al momento y puedes reprogramar con un gesto.
Orquestación multiproyecto: en Everything, el Cronograma consolida proyectos y te enseña la “carretera principal” de la organización, ideal para coordinar áreas distintas que comparten fechas o recursos.
Gestión de ausencias y ventanas de disponibilidad: pinta vacaciones, formaciones o eventos externos como barras y evita lanzar entregas cuando medio equipo está fuera (tal cual en la imagen que has compartido).
Comunicación con stakeholders: es la vista más “enseñable”. Compartes en modo lectura o exportas a PDF y todo el mundo entiende qué pasa, cuándo y quién toca sin entrar en detalles técnicos.
Reacción rápida ante cambios: si algo se retrasa, arrastras la barra y ves el efecto en dependencias; si adelantas un hito, ajustas las tareas previas para que nadie llegue tarde al “handoff”.
Nota: el Cronograma es perfecto para cuándo y solapes. Si necesitas capacidad por persona, usa la vista Carga de trabajo; si te interesa ruta crítica, vete al Gantt.
Un mapa común del tiempo: todos miran la misma línea de tiempo, con los mismos hitos. Esto reduce malentendidos (“pensé que era la semana siguiente”) y alinea expectativas entre equipos.
Reuniones cortas y efectivas: un “paseo de 10 minutos” por el cronograma basta para repasar la semana: qué arranca, qué se entrega, qué depende de quién y dónde hay riesgo.
Handoffs claros: al ver barras encadenadas, los responsables saben cuándo reciben y cuándo entregan. Añade hitos en los cambios de manos y desaparecen los limbos.
Prioridad compartida: si hay choque entre proyectos, el choque se ve. Eso facilita negociar qué mover primero sin discusiones abstractas.
Transparencia y responsabilidad: cada barra tiene dueño y fecha. Esa visibilidad crea compromiso y evita tareas “huérfanas”.
Prevención de incendios: los solapamientos peligrosos saltan a la vista. Puedes espaciar entregas, dividir trabajo o agregar apoyo antes de que el calendario te pase por encima.
Pon siempre Start y Due Date (sin fechas no hay barras).
Agrupa por persona o por equipo cuando el objetivo sea coordinación; por lista/proyecto cuando quieras visión por entregables.
Colores con intención: por equipo, por tipo de trabajo o por criticidad (el ojo agradece patrones coherentes).
Usa hitos para “momentos-llave” (aprobaciones, go-lives, auditorías).
Guarda la vista con filtros y compártela en modo lectura en tu canal de comunicación (Teams/Slack/Notion) para que siempre esté a mano.
En una frase: el Cronograma convierte el calendario del proyecto en un lienzo compartido donde el equipo entiende el tiempo, evita choques y coordina entregas sin correos infinitos ni reuniones maratonianas.